miércoles, 23 de enero de 2013

Era un aire suave de pausados giros...

Rubén Darío.

Desde los primeros versos, el autor hace referencia, aunque de manera implícita, a formas de la naturaleza y la belleza que ésta implica, quizás descubriendo un nuevo mundo que parece mejor que el que podemos imaginar. Esto se plasma en “junto a los ramajes, “un aire suave”… Además se encuentra integrados elementos que dan una sonoridad capaz de sobresaltar las barreras del papel, llegando hasta los propios sentidos del lector (“acariciaban los sedosos trajes”, “dulces violines de Hungría”).
Hay bastantes menciones a hitos mitológicos, que descubren el escapismo del autor que se refleja en la traslación al exotismo de otros tiempos, tal como “las flechas de Eros, el cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.”.

Respecto a la métrica se observan versos endecasílabos y dodecasílabos donde la rima juega un gran papel, y donde no siempre es continua, aflorando entonces una renovación. También se aprecia una cesura en los versos, semejante a los versos bimembres.

Importante también símbolos como la flor, que refleja la búsqueda de la perfección, el esteticismo y la formalidad en los versos de Rubén Darío.

Por último, resaltamos el papel de las transmisiones sensoriales, ya no solo naturales, sino sensuales, donde exalta la pasión a la vez que un vago sentimiento de melancolía. 

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